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Ene 20, 2021 admin Economía, Más Industria 0
EU: el aciago camino de la transición Trump-Biden
Este país que se precia de ser “un faro de democracia” mundial según las palabras de su nuevo presidente Joe Biden, fue arrastrado a vivir una insurrección no vista en sus últimos 200 años por la instigación de un presidente –Donald Trump— dispuesto a todo por retener una investidura que la sociedad le negó conservar al elegir en las urnas al candidato del Partido Demócrata, decisión que no aceptó hasta que sus actos derivaron en el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero, en el que murieron cinco personas. (Parte 1 de 3)
Por: Blanca Soria
CIUDAD DE MÉXICO (20/01/2021).- Luego de convertir a Donald Trump en el sexto presidente de Estados Unidos que no pudo lograr la reelección, el demócrata Joseph Biden, mejor conocido como Joe Biden, es a partir del mediodía del 20 de enero –fecha denominada en ese país como “Inauguration day”—, el presidente número 46 del país.
Joe Biden, quien fue vicepresidente en el periodo presidencial de Barak Obama, logró el triunfo apoyado por Obama, luego de dos intentos fallidos, cuando en 1988 y 2008 trató de ser el candidato demócrata a la presidencia estadunidense, sin éxito.
Joe Biden llega al poder a pesar de los esfuerzos de Trump por impedirlo y de instigar la inconformidad de sus seguidores bajo el argumento de un supuesto fraude electoral, aducido por el propio Trump, quien sin bases, se declaró triunfador desde la madrugada del día siguiente a las elecciones, postura que respaldó posteriormente con demandas contra el secretario de Estado de Pennsylvania y siete condados, a fin de evitar que se concretara la certificación de los resultados de las elecciones en el estado de Pensylvania, bajo el argumento, nuevamente sin pruebas, de que se utilizó un sistema de votación “ilegal”.
Aunque el fiscal general de Pennsylvania, Josh Shapiro, desestimó la demanda por considerarla “sin mérito”, Trump mantuvo bloqueado el traspaso del poder.
Así, el lunes 9 de noviembre pasado, mientras Biden analizaba la forma legal de desbloquear el traspaso de poder, sin el cual no podía preparar su regreso a la Casa Blanca, ahora como presidente, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, autorizó que se investigaran las denuncias de Trump sobre un supuesto fraude electoral e instruyó a los fiscales federales investigar acusaciones “sustanciales” de irregularidades en la votación y dejar de lado “afirmaciones fantasiosas o inverosímiles”. Como resultado de esa autorización, el director de delitos electorales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Richard Pilger, dimitió.
Ese mismo lunes, Trump también consiguió el apoyo del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien señaló que Trump estaba “100% en su derecho” de impugnar la elección que dio la victoria a Joe Biden.
Incluso, el martes 10 de noviembre, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, se pronunció en favor del alegato de Trump sobre un supuesto fraude electoral, aseguró “una transición tranquila… hacia un segundo gobierno de Trump” y consideró “totalmente apropiada” la impugnación de los resultados electorales, además de calificar de “ridículo” el señalamiento que se le hizo acerca de la incoherencia de su postura ante los frecuentes comunicados emitidos por el Departamento que encabeza, pidiendo elecciones justas en otros países y que los perdedores acepten la derrota.
La instigación de Trump y sus argumentos de fraude electoral sin fundamentos culminaron con la muerte de cinco personas que fallecieron el pasado 6 de enero, cuando a instancias de Trump, vía redes sociales, se realizó un mitin que congregó a las afueras de la Casa Blanca, a millares de personas provenientes de todo el país.
Desde el 19 de diciembre, Trump exhortó a sus seguidores a asistir a la marcha al publicar ese día en su cuenta de Twitter: “Gran protesta en DC el 6 de enero”, “¡Será salvaje!”, prometió.
Mensajes en el mismo tenor aparecieron también en su cuenta de Twitter los días 27 y 30 de diciembre, así como el 1 de enero, cuando usó el hashtag StopTheSteal –Detengan el robo, traducido al español—, nombre de un grupo creado en línea horas después de la elección presidencial, de acuerdo con una investigación del diario The New York Times y que coincide con la prematura declaración de Trump la madrugada del día siguiente a la jornada electoral, de que le habían robado la elección.
El grupo Stop The Steal que alcanzó los 320,000 miembros en la red de Facebook, fue eliminado por esta plataforma, debido a lo cual, la protesta del 6 de enero se siguió organizando en otras redes sociales como Parler y Gab.
Conforme se acercaba el 6 de enero, grupos como “Secesión del Estado Rojo” –color con el que se identifica al Partido Republicano y al Demócrata con el azul— publicaron mensajes como: “si no estás preparado para usar la fuerza para defender la civilización, entonces estate preparado para aceptar la barbarie” y en la publicación, que se hizo viral, se compartían fotos de armas que los simpatizantes de Trump planeaban llevar a la protesta, entre ellas, rifles de asalto.
Así, la asistencia al mitin confirmó el indudable éxito de la organización en las redes sociales y ante una multitud de seguidores, Trump los instó a que una vez que terminara su mensaje “vamos a caminar hasta el Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas (…) vamos a intentar darles a nuestros republicanos, a los débiles, porque los fuertes no necesitan nuestra ayuda, el tipo de amor propio y audacia que necesitan para recuperar nuestro país”.
Ataque a la democracia
En su mensaje que duró poco más de una hora, el presidente expresó: “increíble por lo que tenemos que pasar, y tener que hacer que tu gente luche”. Trump les dijo a sus adeptos: “nunca recuperarán su país con debilidad, tienen que mostrar fuerza” y les pidió “luchar como en el infierno”. También les dijo “caminaremos y estaré allí con ustedes”, aunque al término de su discurso, volvió a la Casa Banca.
A pesar de que el mandatario pidió a la muchedumbre marchar al Capitolio “para hacer oír sus voces de manera pacífica y patriótica”, al llegar al recinto los trumpistas irrumpieron en las instalaciones protagonizando violentos disturbios.
La magnitud de la turba obligó a desplegar a la Guardia Nacional y a suspender la sesión donde se realizaría la certificación de la votación a través de la cual se declaró a Joe Biden presidente electo. Por lo menos cuatro de los legisladores que habían preparado una batería de objeciones al respecto, desistieron de sus intenciones después de la prolongada violencia.
La reacción de Biden no se hizo esperar y en una conferencia de prensa emitida desde Wilmington, Delaware, el demócrata lamentó los hechos, estableció que no se trataba de una protesta, sino de una insurrección y un “caos que bordea la sedición”. Luego de señalar que la democracia del país se encontraba en esos momentos en un “ataque sin precedentes”, Biden afirmó: “El día de hoy es un doloroso recordatorio de cuán frágil es la democracia”.
Tras expresar su vergüenza ante los hechos de violencia, el presidente electo se dijo “conmocionado y entristecido por el hecho de que nuestra nación, durante tanto tiempo un faro de luz, esperanza y democracia, esté viviendo este oscuro momento” y se dirigió a Trump: “solicito al presidente Trump que salga en televisión nacional ahora y cumpla con su juramento, defienda la Constitución y exija el fin de este asedio”, petición que nunca fue atendida por el mandatario, quien por el contrario continuó con sus mensajes ambiguos a través de las redes sociales, que de ningún modo condenaban los hechos.
En ese lapso, la red social Twitter bloqueó por 12 horas la cuenta de Trump –con 88 millones de seguidores— y Facebook hizo lo propio por 24 horas, luego de borrar sus mensajes en los que se leía: Estas son las cosas y acontecimientos que ocurren cuando se arrebata una victoria sagrada y abrumadora a grandes patriotas que han sido tratados de forma mala e injusta durante mucho tiempo. ¡Vayan a casa en paz y amor! ¡Recuerden este día para siempre!,
publicó en su cuenta en la que insistía en argumentar conspiraciones en su contra y disculpaba la violencia de sus seguidores a quienes calificó de “patriotas” y de “muy especiales”.
Mientras tanto, el mundo entero condenaba la insurrección no vista en los últimos 200 años del país que se precia de ser ejemplo de democracia y en cuyo apoyo a Trump participa activamente un grupo denominado QAnon, que respalda la infundada teoría de que Trump libra una batalla secreta contra pedófilos de elite en los círculos gubernamentales, empresariales y de medios de comunicación de Estados Unidos, adoradores de Satanás y que tiene sus inicios en octubre de 2017, con mensajes en redes sociales como Facebook, Twitter, Reddit y YouTube.
Cabe mencionar que las acciones de los seguidores de QAnon, no se reducen a simples mensajes, prueba de ello, es que Twitter informó haber tomado medidas contra el grupo por considerar que constituye un potencial “daño fuera de Internet”, ya que se han registrado amenazas o acciones de seguidores de este grupo, que han derivado en arrestos, bajo cargos, entre ellos, de terrorismo.
A raíz de la aciaga jornada, ese mismo día la alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, declaró la emergencia pública en la ciudad e impuso toque de queda hasta el 21 de enero, un día después de la toma de posesión de Biden.
Por la noche se reinició la sesión en el Capitolio.
“Vamos a terminar exactamente lo que hemos empezado y certificaremos al ganador de las elecciones presidenciales de 2020. El comportamiento criminal nunca dominará al Congreso de Estados Unidos”, dijo el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quien calificó el hecho de “insurrección fallida” y aseveró que “Estados Unidos y este Congreso han afrontado amenazas mucho mayores que la turba desquiciada de hoy. No nos han disuadido antes y no lo harán ahora. Han intentado romper nuestra democracia y han fracasado”.
El Congreso estadunidense sesionó y la victoria del demócrata fue pronunciada finalmente al día siguiente, 7 de enero, hacia las 3:40 horas (hora de Washington) por el vicepresidente, Mike Pence, a pesar de las presiones de su jefe, Trump, quien en su discurso de horas antes en la Casa Blanca le pidió implícitamente apoyar la rebelión y en el mensaje ante sus seguidores expresó su expectativa de que Pence –quien por su cargo encabezaría la sesión para certificar la victoria de Biden— “defienda el bien de nuestra Constitución y el bien de nuestro país. Y si no es así, me decepcionaré mucho”.
Esa madrugada, Trump emitió un comunicado en el que, aunque protestó por el resultado, también por primera vez, se comprometió a efectuar una transición de poderes ordenada para el día de la toma de posesión de su sucesor.
Más tarde, ese mismo jueves, –en sus restablecidas redes sociales— se dijo “escandalizado por la violencia” y difundió un video en el que reiteró su disposición: “el Congreso ha certificado el resultado (electoral). Una nueva Administración llegará al poder el 20 de enero. Ahora me centraré en asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas”.
Debido a los hechos, varias voces se alzaron para pedir la destitución de Trump.
Mientras el senador Chuck Schumer, líder de los demócratas en el Senado, dijo el mismo jueves que “lo que sucedió en el Capitolio de Estados Unidos fue una insurrección contra Estados Unidos incitada por el presidente. Este presidente no debería ocupar el cargo ni un día más”, la congresista del mismo partido Ilhan Omar publicó una propuesta de impeachment o juicio político contra Trump.
Asimismo, Mike Pence fue instado a destituir a Trump a través de una carta emitida por integrantes del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, en la que lo acusan de incitar un acto de insurrección y de “tratar de socavar” la democracia estadounidense.
Para el viernes 8, Trump volvió a mostrar indisposición hacia la transición al publicar en su cuenta de Twitter: “A todos los que me han preguntado, no iré a la toma de juramento el 20 de enero”.
Cinco días después, el día 13, la Cámara de Representantes de Washington inició el proceso de destitución o “impeachment” de Donald Trump, por incitar a la insurrección y con ello, se convirtió en el primer mandatario sometido a dos procesos de destitución. Cabe recordar que el primero fue en 2019 cuando intentó influenciar al presidente de Ucrania para que investigara al hijo de Joe Biden, Hunter Biden, por presunta corrupción en ese país.
El proceso de “impeachment” se dio luego de que la noche anterior el vicepresidente Mike Pence, mediante una carta a la líder de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, rechazó la enmienda 25 para declarar a Trump no apto mentalmente para gobernar. “No creo que ese curso de acción sea en el mejor interés de nuestra nación o sea consistente con nuestra Constitución” destacó Pence en la misiva a través de la cual paró la votación que se realizaría en la Cámara Baja para apelar a la aplicación de la enmienda, sin precedentes en la historia política del país.
Y aunque la destitución de Trump ya no podría ejecutarse como tal, pues el Senado se reunió de nuevo este 19 de enero, un día antes de la toma de posesión de Biden, la aprobación del “impeachmente” inhabilitará a Trump para volver a aspirar a un cargo político.
Durante la sesión, el saliente líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quien fue aliado de Trump durante los últimos cuatro años, afirmó que éste “provocó” el asalto del 6 de enero al Capitolio y que “la turba fue alimentada con mentiras”. Los trumpistas, dijo, “fueron provocados por el presidente y otras personas poderosas”.
La reacción de las redes sociales
Por su parte, las redes sociales como Twitter y Facebook —a través de las cuales se difundieron mensajes que instaban a la violencia— tomaron medidas para detener la desinformación y los grupos violentos en apoyo a Trump –como QAnon, Proud Boys y Stop the Steal, y prohibirá el uso de los hashtags de conspiración electoral incluidos #sharpiegate y #stopthesteal— para lo cual ambas plataformas se depuraron dando de baja miles de cuentas, a fin de prevenir la violencia el día de la toma de posesión de Biden.
Así, a pesar de la inconformidad de los seguidores de Trump, enardecidos por los mensajes difundidos en redes sociales por el propio presidente, se consumó el triunfo electoral de Biden en las elecciones presidenciales número 59 de Estados Unidos, en las que aventajó a Trump desde los primeros conteos y no sólo obtuvo los 270 votos electorales necesarios para ganar la contienda, sino que se convirtió en el candidato presidencial que más votos ha captado en la historia del país.
Oriundo de Pensylvania, Biden, exvicepresidente y seis veces senador por Delaware –graduado de las carreras de Historia y Ciencias Políticas en 1961, de la Universidad de Delaware, y de Derecho en 1968, de la Universidad de Siracusa—, se convierte a sus 78 años de edad –recién cumplidos el 20 de noviembre pasado— en el presidente de Estados Unidos con mayor edad en el cargo y el primero con religión católica, desde John F. Kennedy.
T-MEC y medio ambiente, entre las prioridades
Entre las propuestas de campaña de Joe Biden destacan el apoyo a la migración, revertir la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, impulsar el plan ‘Buy America’, eliminar exenciones fiscales a grandes empresas, respaldar totalmente al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), promover las energías renovables, defender a las minorías sociales que integran el 34 % de la población estadounidense y aplicar vacunas gratis a pacientes con Covid-19.
Este país que se precia de ser “un faro de democracia” mundial según las palabras de su nuevo presidente Joe Biden, fue arrastrado a vivir una insurrección no vista en sus últimos 200 años por la instigación de un presidente –Donald Trump— dispuesto a todo por retener una investidura que la sociedad le negó conservar al elegir en las urnas al candidato del Partido Demócrata, decisión que no aceptó hasta que sus actos derivaron en el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero, en el que murieron cinco personas. (Parte 1 de 3)
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