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Jun 01, 2020 admin Aeroespacial, Más Industria 2
La estrategia de la estadounidense consiste en recortar la producción de sus aviones comerciales, despedir a 10% de su personal, además de cancelar acuerdo con Embraer y emitir bonos de deuda. Una de sus más grandes esperanzas es que EU certifique la seguridad de su modelo 737 Max, el más vendido de su catálogo, para reanudar la producción.
Por: Guadalupe Cadena
La pandemia del COVID-19 y la crisis económica que afecta a las aerolíneas internacionales ha colocado a la norteamericana Boeing ―fabricante de aviones civiles y militares― en uno de los momentos más difíciles de sus 104 años de historia.
En el primer trimestre de 2020, Boeing reportó pérdidas netas por 641 millones de dólares (mdd), derivado principalmente de una menor demanda de aviones comerciales de las aerolíneas. Entre enero y marzo, Boeing entregó 50 naves, cuando en el mismo lapso de 2019 colocó 149 unidades ―esto es una caída de 66%―, informó la empresa en su reporte financiero del primer trimestre.
Ante sus pérdidas económicas y las perspectivas de la aviación comercial mundial, Boeing se ha visto obligada a disminuir la producción de sus aviones civiles, así como a impulsar un plan para reducir 10% su planta de trabajadores, lo que ―según cálculos preliminares― implica recortar cerca de 16,000 empleos a lo largo de los próximos meses.
El reporte financiero establece que la fabricación del modelo 787 se reducirá de 14 unidades mensuales a 10 unidades mensuales en lo que resta de 2020 y a siete unidades en 2022. Del modelo 777, la manufactura se mantendrá en cinco unidades durante 2020, pero bajará a tres unidades mensuales en 2021.
El avión 767 conservará sin cambios su producción mensual de tres unidades en 2020 y los años siguientes, al igual que la aeronave 747, que tendrá una producción de 0.5 unidades en 2020 y a futuro.
En la medida en la que la pandemia del COVID-19 tiende a reducir el tráfico aéreo de pasajeros, Boeing advierte un impacto significativo de la demanda para nuevos aviones comerciales y la prestación de servicios, así como aerolíneas que retrasan la compra de nuevos aviones, que postergan la entrega de aeronaves y que aplazan el mantenimiento,explica Boeing sobre las razones que determinaron el recorte de su producción y el empleo.
Debido a las medidas de confinamiento social y las cancelaciones de vuelos que han impulsado los gobiernos del mundo, para contener la expansión de la enfermedad, solamente en marzo pasado el tráfico aéreo global bajó 52.9% comparado con igual mes de 2019, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés).
Pero antes de la llegada del COVID-19, el fabricante Boeing ―con sede en Chicago, Estados Unidos― ya enfrentaba una situación difícil, por la seguridad de los aviones modelo 737 Max, que siguen inmovilizados, a causa de estar involucrados en dos accidentes de vuelos internacionales en los años 2018 y 2019 y que provocaron la muerte de 346 personas.
Desde marzo de 2019, los organismos reguladores prohibieron los vuelos del avión 737 Max ―el modelo estrella de la compañía― hasta verificar técnicamente su seguridad. De momento (hasta el cierre de esta edición) está pendiente una certificación de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA por sus siglas en inglés) sobre los cambios que hizo Boeing al sistema de control de vuelo de esa aeronave.
En lo que concluye este proceso de certificación, Boeing ha tenido que suspender las entregas de los pedidos del 737 Max, que habían sido previamente contratados, además de que en enero de este año detuvo totalmente la producción de la aeronave. Este asunto también ha comprometido la condición económica de la empresa.
Recientemente, la calificadora Standard & Poor’s (S&P) degradó la calificación crediticia de la compañía de BBB a BBB-, con perspectiva estable.
En su reporte financiero, Boeing refiere que una vez obtenidas las autorizaciones para el 737 Max, la producción se reactivará gradualmente en 2020 y que posiblemente aumentará hasta 31 unidades mensuales durante 2021, con posibles ajustes en las tasas de producción conforme a la demanda del mercado.
Pero los recortes de producción y de empleo no son los únicos cambios que ha realizado la compañía en su “plan de vuelo”, ya que a finales de abril Boeing anunció la cancelación de un acuerdo para adquirir la división de aviación civil de la brasileña Embraer. El acuerdo de compra se dio a conocer en 2018 e implicaba una transacción de 4,200 mdd, pero Boeing lo canceló al argumentar que Embraer no cumplió con todas las condiciones.
Como estrategia para financiarse y reponer sus pérdidas, la compañía hizo a fines de abril una oferta de bonos en los mercados, inicialmente por 25,000 mdd, que tuvo una buena recepción entre la comunidad de inversionistas. Gracias a esta operación, Boeing descartó de momento necesitar ayuda del gobierno estadounidense, como ya lo han pedido otras compañías, informó la empresa en un comunicado.
CONSULTAR EL ARTÍCULO COMPLETO EN LA EDICIÓN DE MAYO-JULIO DE 2020 AQUÍ:
La estrategia de la estadounidense consiste en recortar la producción de sus aviones comerciales, despedir a 10% de su personal, además de cancelar acuerdo con Embraer y emitir bonos de deuda. Una de sus más grandes esperanzas es que EU certifique la seguridad de su modelo 737 Max, el más vendido de su catálogo, para reanudar la producción.
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