Última actualización noviembre 22nd, 2024 7:38 AM
Reduce la sociedad el círculo de hostigamiento masculino hacia la mujer, aunque persisten resabios. El fenómeno es de géneros complementarios.
CIUDAD DE MÉXICO (08/03/2022).- Ya es menos frecuente. Y no sé a ciencia cierta si sucedía en otros países, pero en México a ciertos individuos se les acreditaba pertenecer al “Club de Toby” cuando deliberadamente y hasta de manera cruel segregaban de su círculo de estudio, o familiar, de amistades, de trabajo y hasta de parrandas, a las mujeres…
Algo así como un ritual de iniciación hacia la hombría o hacia su reafirmación. Este singular club o su denominación surgió en referencia a una revista (de origen USA) impresa en México y de mucho apogeo desde los años sesenta en el siglo pasado, llamada “La pequeña Lulú”, que caricaturizaba las relaciones infantiles en un barrio popular.
Uno de los papeles principales lo representaba Toby, un niño regordete con innegable liderazgo en una camada de chamacos que tenían inyectada la consigna de evitar a toda costa la intromisión de niñas-mujeres en sus asuntos… pero particularmente más acentuada en sus pláticas y reuniones.
En la parte excluida figuraba, es cierto, la pequeña Lulú, empeñada en romper ese círculo que ofendía pero que increíblemente no incitaba a la venganza violenta.
Habrá quienes sostengan que, de plano, persisten intocables las muestras de machismo a ultranza de hombres émulos de Toby que antes que renunciar a sus espacios de poder y decisión, se montaban –y a decir verdad, se montan aún aunque con menos pasión- en posiciones irreductibles, donde la mujer no tenía ni tiene cabida.
Este ambiente de desprecio permeó durante décadas, sostenido sobre la tesis de que el histórico espacio vital de la mujer, fuera o no capacitada para tareas de alta responsabilidad y dirección, su espacio vital, repito, se reducía a la cocina, y con trapos y escoba para la limpieza como herramientas de trabajo y, en rigor, como símbolos de alta marginación en el círculo familiar, que ha sido lo más humillante, y en lo social.
En mi opinión, por experiencias personales y por las evidencias públicas de la participación cada vez más amplia de la mujer en las esferas de poder empresarial, político, profesional y administrativo, aquel círculo exclusivo machista si no bien no se ha roto por completo, se ha reducido notablemente.
Y me parece que no sólo en México. Hurguemos en el acontecer mundial y lo podemos corroborar, aún en medio de un fenómeno mundial lacerante y enfermizo donde se persigue, se lastima y se asesina a la mujer por el hecho de ser mujer… y peor si es mujer empoderada, como se le suele denominar.
La aturdida idea de que una mujer con educación no tenía más destino que poner a prueba su licenciatura o su doctorado como expertas en administración hogareña o de manufactura en las fábricas y el campo, sólo arreció un ambiente de guerra de géneros, cuando en realidad es posible –y así se ha modificado- un entorno si no de completa armonía, sí de géneros complementarios, el uno al otro, en el terreno profesional, administrativo, empresarial y político.
Habrá sus excepciones, principalmente en donde impera su segregación como resultado de usos y costumbres, muy respetables pero que también muestran a la etnias con rasgos de intolerancia y, sí, de “hombrismo” extremo.
Debo aclarar que no es despreciable, de ningún modo, el desempeño femenino en tareas hogareñas, de transformación y producción, incluso donde se necesite la fuerza, pero sí lo es cuando se usa para ofender y caricaturizar, como Toby a Lulú.
Frente a la discriminación abierta, ofensiva y no sujeta a ningún escrutinio ni a un juicio de ninguna naturaleza –ni hablar de castigo alguno-, la mujer ha nutrido sus expectativas de desarrollo. Se ha empeñado en que se entienda que sabe construir, diseñar, que es estratega, audaz… que se sepa que el mundo también es de cabronas…
Un amplio sector de población podrá estar de acuerdo en que las diferencias de género obedecen a una cultura generacional que influye o es decisiva en las conductas masculinas frente a las conductas y habilidades femeninas.
Es un asunto de generaciones con distintas concepciones de la vida y de su relación no sólo íntima, laboral y social con la mujer… Es la cultura por el respeto, por la igualdad y la fraternidad entre géneros… por más que se escuche esto cargado de romanticismo.
Me parece que estamos en un escenario de una mayor sana competencia de capacidades en la mayoría de los casos, cuando hasta hace poco se imponía el insulto, el hostigamiento y el desprecio como sinónimos de poderío o dominación.
Fijémonos, en un repaso obligado, que la brecha de la segregación de la mujer en aspectos de la vida nacional se ha reducido. Hablamos, por ejemplo, de que el Congreso Federal, un escenario nítido de exhibición de capacidades femeninas, configura un cercano imperio de mujeres. Cuarenta y ocho punto dos por ciento (de 500) son Diputadas Federales, y cincuenta punto ocho por ciento (de 128) son Senadoras…. Algunas, en su papel: cuestionadoras. Otras, cuestionadas… pero todas en espacios de poder y conducción de una nación. La diferencia es abismal si tomamos en cuenta que antes de 1953 ni siquiera estaba facultada constitucionalmente para votar… un derecho en ese entonces exclusivamente masculino.
Otra pincelada de este cuadro maravilloso llamado México, lo representa el cuarenta y nueve puntos dos por ciento de diputadas en los congresos estatales, mientras que en los municipios fungen 39.52 por ciento de mujeres en las sindicaturas y 40.5 por ciento son regidoras en los dos mil 446 municipios en que está dividido el territorio nacional (a no ser que en este último año se hayan inventado otros).
Persisten, sin embargo, importantes desequilibrios. Ocurren en las presidencias municipales. De aquel total, hasta 2019 solo el 22.77 por ciento eran ocupadas por mujeres. También en el gabinete del poder Ejecutivo Federal que está compuesto en 36.80 por mujeres, en tanto en el Poder Judicial el 18.18 por ciento son mujeres.
Y qué decir de la mujer empresaria, aún cuando su perfil es de emprendedora hasta la pared de enfrente, leal a sus responsabilidades y dispuesta al sacrificio hasta familiar a cambio del éxito.
Los datos más recientes del Inegi refieren un escenario que apenas alcanza el 20 por ciento de mujeres emprendedoras… porcentaje aún desequilibrado pero mucho muy importante si se comprende que apenas el país se deshace del estigma social e histórico hacia la mujer que le acreditaba ser responsable exclusiva del “trabajo doméstico”. Aún así, las cifras oficiales exhiben que “el valor económico del trabajo no remunerado de las mujeres puede alcanzar 4.4 billones de pesos al año”.
A manera de un ajuste final, es necesario precisar:
No es un propósito personal contribuir a levantar otro muro tras el cual sean ahora las mujeres las que conformen un hipotético club de la ya agigantada “pequeña Lulú” que nos conduzca a enterrar a Toby y al machismo, y hacer fiesta por la generación del “hembrismo” como por generación espontánea. Y vayamos de vuelta a la lucha feroz de géneros.
Habrá quien abogue por ello. Pero habrá que indagar si es en verdad por la reivindicación de la mujer en sus derechos y libertades…… o por venganza de género, simple y llana.
De ahí que por esos odios y hasta motivaciones políticas sin escrúpulos se han acuñado otras “personalidades” y personas denominadas como fervientes “feminazis”… operativamente alquiladas para despreciar, golpear, humillar e insultar.
Reduce la sociedad el círculo de hostigamiento masculino hacia la mujer, aunque persisten resabios. El fenómeno es de géneros complementarios.
Con más de 40 años de experiencia en el campo del periodismo Lorenzo Delfín, Premio Nacional De Periodismo 1989 del Club De Periodistas en el género de "Encuesta", cuenta con una amplia trayectoria en medios de comunicación en la que destaca la dirección del periódico El Día, donde también fue miembro de los consejos Editorial y de Administración. Periodista especializado en política, fue reportero de diversas “fuentes” en el entonces Distrito Federal, ahora Ciudad de México, como el Comité Directivo del PRI; delegaciones políticas; la Asamblea de Representantes; el Departamento del Distrito Federal; el Congreso de la Unión y Partidos Políticos. Asimismo, cubrió procesos y campañas electorales, tanto a nivel federal como en diferentes estados de la República; además de cubrir municipios del Estado de México.
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